LA FORMULA SECRETA DE COCA-COLA

Hoy en día la “formula secreta” de Coca-Cola no vale nada sin la marca: están “soldadas” a perpetuidad

La historia de Coca-Cola se remonta a la Guerra Civil Estadounidense (Guerra de Secesión 1861-1865). Su creador, un farmacéutico de profesión se alistó en 1862 como teniente de la guardia de caballería al mando del general Robert Lee del ejercito sureño. Una semana antes de terminar el conflicto, el teniente John Pemberton recibe un mientras defendía el puente de la ciudad Appomattox.

Es probable que esta aproximación con la muerte dejara secuelas de las cuales no se pudo recuperar, encontrando en la morfina un remedio para su mal. La incansable búsqueda de un medicamento lo llevó a descubrir, el 5 de mayo de 1886, la mezcla para el jarabe que más tarde sería la base de la fórmula de la bebida. Auspiciado por la “Farmacia Jacobs” puso a la venta la bebida que mezcló con agua carbonatada. El vaso que vendió inicialmente a 5 centavos tuvo gran aceptación por parte del público.


En 1891 John Pemberton, que sin saberlo había inventado uno de los productos que revolucionaría el planeta, vendió su empresa y su “fórmula secreta” a Asa Griggs Candler por sólo 23.300 dólares. Candler percibió el verdadero futuro del negocio y la marca, por lo cual aplicó una serie de tácticas de marketing y ventas muy revolucionarias para la época, que hicieron de la bebida una de las más consumidas del siglo XX.

Coca-Cola fue registrada como marca comercial el 31 de enero de 1893, sobre el concepto denominación tenía origen en dos de los componentes básicos de la bebida: los extractos de las hojas de coca y la nuez de la cola, ingredientes que le causarían serios problemas en el futuro inmediato… veamos por que.

En esa época, el nombre del producto fue considerado un término genérico, pues cualquier fabricante podía producir una bebida a partir de estos ingredientes, con algunas variaciones en proporción y contenido, por lo cual las denominaciones utilizadas para ”bautizar” sus productos coincidían no solo en la fonética que le daba un sonido aliterado, sino en la caligrafía spenceriana, pues muchos de los “imitadores” utilizaron la familia tipográfica que Frank Robinson había creado para Coca-Cola.

Se cuentan por centenares la cantidad de “colas” que proclamaban ser tan verdaderas como la original: Afri-Kola, Cafe-Kola, Candy-Cola, Celery-Cola, Coke-Ola, Cola-Coke, Cold-Cola, Cherry-Cola, Hayo-Cola, King-Cola, Koke, Kola-Kola y, nada menos ni nada más que Pepsi-Cola.

Hastiado de esta situación y de otras formas de copia, Clander tomó tres decisiones: 1.) Adquirir los derechos de los nombres compuestos de las terminaciones “cola” y “coca”. 2.) Producir un nuevo envase, trabajo que encargó a Earl Dean, quien utilizó para el diseño la forma del fruto del cacao, un descuido pero afortunado error que le dimensionó la personalidad del envase. 3.) Establecer el código “7x” de la “formula secreta”, que guardó en la bóveda un banco de Atlanta. Esta leyenda que recorrió todos los rincones del mundo durante muchos años, aseguraba que solo dos personas de la compañía tenían acceso a la fórmula.

Verdad o leyenda, lo cierto es que hoy en día los componentes de la fórmula son conocidos públicamente. De hecho, hace apenas dos meses antes de escribir esta nota, 15 de febrero de 2011, el periódico Time reveló que un grupo de "detectives accidentales", había encontrado la formula original. Aunque la empresa negó que dichas declaraciones fueran verídicas, varios medios de comunicación ya la habían revelado. Según Time, unos productores del programa de radio “This American Life” encontraron un artículo sobre la historia de Coca-Cola en una copia del “Atlanta Journal-Constitucion”, publicado el 18 de febrero de 1979, el cual pasó desapercibido en ese momento.

El poco interés que produjo el hallazgo se debió a que nadie se dio cuenta de que la fotografía utilizada para ilustrar la nota era fiel copia de la receta original escrita por un amigo de John Pemberton, en un libro de cuero de recetas y medicinas que había pasado de generación en generación.

Sin temor a equivocarme, puedo asegurar que “la fórmula de Coca-Cola hoy en día no vale un centavo sin la marca, están soldadas a perpetuidad”. Nadie que logre mezclar en sus debidas proporciones y produzca una bebida exactamente idéntica la puede comercializar… porque simplemente le falta el “nombre de marca”, el cual está legalmente protegido y registrado globalmente.

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