El servicio secreto de Obama violó su confianza entre las sábanas del Caribe

¿Qué implicaciones podría tener este hecho?



El escándalo sexual protagonizado por los agentes de seguridad del presidente de Estados Unidos en el marco de la VI Cumbre de las Américas en la ciudad de Cartagena ha tomado gran resonancia internacional, a tal punto que ocupa las primeras planas de los principales medios de comunicación del mundo.

La Cumbre posicionada bajo el eslogan “Conectando las Américas: Socios para la Prosperidad”, no dio los resultados esperados, y la percepción que queda en el ambiente es que el bloque continental quedó más desconectado, no tanto por los cinco ejes temáticos agendados, sobre los que hubo consenso con 47 mandatos, sino por los “micos” que se incrustaron en la agenda: Drogas, Cuba, Malvinas y lo sucedido entre las sábanas del Caribe.

El problema de las drogas y la participación de Cuba en este tipo de reuniones, fueron ampliamente debatidos por los 33 mandatarios, lo que representa un logro muy significativo, según lo manifestó el presidente Juan Manuel Santos en la rueda de prensa con todos los medios extranjeros y nacionales. El mandatario se refirió a la VI Cumbre de las Américas como el “encuentro del diálogo y la sinceridad” tras destacar que durante el certamen se trataron “todos los asuntos sin temas vedados”.

Lo cierto del asunto es que Colombia logró gran protagonismo internacional, no tanto por los resultados sino por lo que allí pasó, y por las repercusiones que el escándalo sexual está tomando a nivel local e internacional.

Cartagena está siendo estigmatizada y explotada como destino turístico sexual. La aerolínea norteamericana Spirit aprovechando el “incidente” inició una campaña por internet a través de varios spots publicitarios, donde muestra un “agente secreto” rodeado de mujeres ligeras de ropa, bailando sensualmente a su alrededor.

Contrarrestar este tipo de acciones promocionales requiere especial atención por parte de las autoridades colombianas encargadas de cuidar la imagen país, más concretamente por Proexport y los ministerios correspondientes.

Redireccionar el suceso hacia puntos positivos, requiere no sólo del ingenio creativo por parte de expertos en manejo de imagen, sino de una estrategia de posicionamiento del país. Colombia tiene mucho que ofrecer al mundo ya que es una nación comprometida con el medio ambiente, las energías renovables, además de ser un destino seguro y exótico para el turismo.

En Estados Unidos el asunto tiene ribetes predecibles como el hecho de que los republicanos aprovecharán la contingencia como uno de los pilares en las elecciones que se avecinan por la presidencia.

No hay duda de que el partido opositor al de el presidente Barack Obama tendrá un poderoso “caballito de batalla” para esgrimir en su campaña, no sólo por la “morbosidad” y las peculiaridades que despierta el suceso, sino por la vulnerabilidad a la que estuvo expuesto el personaje que se supone es el más protegido del planeta.

Durante su estadía en Cartagena Obama se cuidó mucho: apenas consumió los alimentos preparados por los cocineros que lo acompañaron en su propio avión, comestibles que primero probaron estos agentes del cuerpo de seguridad. Sin embargo el presidente norteamericano confió en Juan Valdez y aprovechó la oportunidad de saborear el mejor café del mundo que el personaje de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia le brindó.

Algo más de “picante” tendrá la campaña presidencial norteamericana con la foto de Secretaria de Estado, Hilary Clinton, en el bar cubano Habana ubicado en la ciudad vieja bebiendo la cerveza colombiana Águila. Ella despertó gran empatía por el detalle de acercase a la gente de a pie. Esa imagen positiva para Colombia desafortunadamente quedó sumergida por el escándalo de los oficiales de seguridad.

Proexport debe vigilar porque Cartagena no cargue la “tacha” de ser un destino de prostitución, al igual que han defendido su imagen de turismo Paris, Londres, Roma, Tokio, Hong Kong, Washington, Rio de Janeiro o Buenos Aires entre otros.

La dimensión de lo acontecido en la Ciudad Amurallada fue mayor por el hecho de quienes lo protagonizaron, por su investidura y la extraordinaria responsabilidad de proteger al hombre más poderoso del planeta, que a pesar de todo no se sintió desprotegido porque Colombia demostró ser un país seguro.

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