OFFSHORING: TRASLADO DE TRABAJO DE PAÍSES RICOS A PAÍSES POBRES

Mientras que en los países industrializados se trabaja en estrategias de fidelización de marca, en los emergentes se manufacturan los productos aprovechando la mano de obra barata.

Hasta hace pocos años, la proposición básica de una economía fue la fabricación de artículos para el consumo. Mientras más se fabricaba, mayores eran los ingresos. Esta regla de oro fue el epicentro de las economías industrializadas hasta la recesión de la década de los ochenta, situación que las desestabilizó.

Después de un diagnóstico, expertos economistas llegaron a la conclusión de que las empresas habían crecido desmesuradamente, tenían demasiados activos y una carga prestacional muy grande. Ante esta disyuntiva aplicaron el principio fundamental de la economía que consiste en gestionar los escasos recursos y reasignar tareas. Propusieron entonces que la producción de productos y bienes de consumo era sólo una actividad secundaria de sus operaciones, y que gracias a la globalización de la economía y las comunicaciones, estaban en condiciones de fabricar sus productos por medio de la maquila en otras partes del mundo.

Con esta idea, las empresas multinacionales se dieron a la tarea de cerrar sus centros de producción en occidente, y trasladar la manufactura de sus productos a países del tercer mundo. El sistema aplicado, (offshoring), reduce significativamente sus costos. Por ejemplo: 8 horas de un operario indonesio o centroamericano, equivalen a lo que se le paga a un norteamericano por el mismo trabajo durante media hora. La reducción de costos en materia prima complementa el sistema: Una firma de ingeniería de Estados Unidos fabrica en un sólo país una pieza clave. La producción en esa localidad resulta tan económica que los costos de manufactura y entrega en sus 42 plantas resultan más bajos, a tal punto que ha organizado el desarrollo de su producción para el mundo en tres sitios y el control de calidad en cuatro.

"Las empresas deben producir marcas y no productos"

La idea de que “las empresas deben producir ante todo marcas y no productos”, se ha extendido como pólvora. Hoy, las compañías realizan un trabajo que consistente en la creación de estrategias de mercadeo para fortalecer sus marcas a través de la fidelización, por lo cual el trabajo consiste en comercializar y no en manufacturar. Esta formula ha demostrado ser muy rentable y su éxito ha quedado demostrado por marcas como Adidas, Microsolf y Levi´s. Nike por ejemplo, invierte aproximadamente 2 dólares por un par de zapatillas producidas en Indonesia, y las vende a 120 en los almacenes de occidente. No posee ni fabricas ni productos… sólo es marca.

La lección que nos deja la crisis del 80 es que para las grandes marcas, las fronteras carecen de importancia. Mercadeo y planeación estratégica de marca, se hacen con sentido global en la casa matriz. La fabricación en países tercermundistas. Las dos tácticas están sintonizadas bajo rígidos controles corporativos. El sistema “offshorng” es una realidad que no podemos ignorar.

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