LA ETIQUETA “MADE IN…”
La etiqueta “Made in…” ha dejado de tener validez en los mercados globales.
¿Se pondría usted una camisa o unos jeans fabricados en China? Tal vez no! ¿Luciría una Lacoste, una Polo, unos Levi’s o unos Nike? Seguramente sí. Lo que probablemente usted no sabe es que sus marcas preferidas de jeans, camisetas o zapatillas deportivas han sido manufacturadas por jóvenes obreros de China, Indonesia, Tailandia o Filipinas.
James Fallows, periodista de radio y corresponsal de Atlantic Monthly, escribió un artículo que tituló "China makes, the world takes", “China hace, el mundo toma”, donde sostiene que el poder de China está en la manufactura. Para confirmar lo anterior toma como ejemplo una fabrica fundada por el taiwanés Terry Guo, que cuenta con 240 mil trabajadores. Esta empresa, cien por ciento manufacturera, funciona en la ciudad de Shenzhen localizada al sur de la provincia de Guangdong, en la República Popular China.
Fallows habla de que esta fábrica tiene todo en un mismo lugar: “ciudad-dormitorio-restaurante”, en la cual la mayoría de los trabajadores laboran 12 horas diarias en dos turnos con sueldos de 115 dólares al mes. El periodista señala que el salario mínimo de Estados Unidos es diez veces más alto que el salario que se paga en estas fábricas asiáticas. En el artículo, Fallows habla de un irlandés que se dedica a conectar empresarios chinos, como Terry Guo, con empresas de occidente. El irlandés, de nombre Liam Casey, hace negocios por 125 millones de dólares al año. En palabras coloquiales, “sabe donde ponen las garzas”.
Apple ha descubierto irregularidades en algunas de sus fábricas en China. La más grave de ellas, fue encontrar once niños de 15 años trabajando allí tal como lo observamos ene esta fotografía de la derecha.
Otro dato comparativo se da en la fabricación de las computadoras que en occidente se venden en 1000 dólares. Fallows calcula que 50 dólares van a la tienda que las vende; los proveedores del monitor, la memoria y otros componentes reciben otros 150 y calcula que entre 30 a 40 quedan en manos chinas. Es decir, el negocio está para quienes poseen el prestigio y reconocimiento de las marcas y las cadenas de distribución.
Las grandes marcas han sido trabajadas para proyectar una imagen adecuada del producto y asegurar a los consumidores la calidad de lo que están comprando. Estas marcas se han ganado la confianza en todo el mundo, debido, no sólo a la planificación estratégica de branding, sino al meticuloso trabajo corporativo de las empresas, razón por la cual no importa dónde se ensamblen o se manufacturen los productos que representan, la clave está en el riguroso trabajo corporativo.
El trabajo de branding, se concentra exclusivamente en el posicionamiento de los productos de la compañía en la mente de los públicos-objetivo. La estrategia corporativa define los medios que se utilizarán para crear y explotar esas ventajas, tales como los métodos de producción, el control de calidad, El precio, la identidad cultural y los valores de la empresa.
El trabajo corporativo busca además que los productos tengan la solidez de la marca que los respalda, tanto en calidad de materiales como de manufactura, independientemente del lugar donde se ensamblen. Es debido a esta estrategia, que las marcas poderosas han podido descentralizar el trabajo, y llevarlo a lugares donde encuentran, además de mano de obra barata, condiciones políticas y sociales propicias para la producción. Estas empresas, que han dedicado grandes esfuerzos y muchos años en consolidar sus marcas, son las grandes beneficiadas de este nuevo orden económico.
La etiqueta “made in....” ha dejado de tener validez en los mercados globales. No importa el lugar donde se manufacturen los productos, lo que importa es la marca. Las barreras geográficas no existen, porque las marcas han sido estructuradas como símbolos culturales para representar ideas que van más allá de las fronteras idiomáticas, de raza, religión o geográficas.