El gran reto del nuevo papa Francisco: limpiar los “pecados” del Vaticano
La inesperada renuncia de Bendicto XVI puso en
evidencia la crisis del Vaticano, pero no es la primera vez que la monarquía
eclesiástica atraviesa riesgos históricos, ni que un pontífice abandona la “silla”
para solucionar problemas, o por lo menos, para tratar de remediarlos. La
llegada del primer papa hispanoamericano a la Sede Petrina, ¿podrá solucionar la grave crisis por la que atraviesa la Iglesia?
En tiempos modernos, el surgimiento de corrientes emancipadoras en el seno de la iglesia, la aparición y competencia de grupos evangélicos y la polémica en torno a la supuesta complicidad del Vaticano en el holocausto nazi, entre otros hechos, son ejemplos de contradicciones existenciales que han puesto la Iglesia en serios aprietos.
Hoy, una crisis de “marca mayor” sacude la institucionalidad eclesiástica, ocasionada por dudosas prácticas en las finanzas de la Santa Sede; acusación de pederastia y transgresión del celibato de muchos de sus ministros; desacuerdos en lo referente al aborto y anticoncepción; entre otros hechos, han creado una serie de posiciones contradictorias en el seno de la Iglesia.
Una de estas posiciones es liderada por Ángelo Sodano, actual decano del Colegio Cardenalicio y quien dirigió el cónclave en el que se elegió el nuevo papa. Sodano es acusado de obstaculizar las investigaciones de pederastia, disipadas con sanciones leves o desplazando de los incriminados a otras diócesis, llevando a cabo una deliberada política de encubrimiento para evitar que las acusaciones salieran a la luz pública.
La otra posición, en cabeza de Tarcisio Bertone, actual secretario de Estado y quien ejerció las funciones papales hasta la elección del argentino Jorge Mario Bergoglio, quien optó por no ocultar los pecados de pederastia y junto con Benedicto XVI asumieron la culpabilidad e hicieron un acto público donde escucharon algunas víctimas, les pidieron perdón y prometieron entregar los responsables a la justicia civil.
Este punto de vista del cardenal Bertone va en contra vía de sus actuaciones respecto al escándalo de los “vatileaks” en 2012, y el posterior libro de Gianluigi Nuzzi, que documenta la existencia de una red de corrupción vaticana fuera de control.
Según medios italianos, Bertone estuvo detrás de la entrega de documentos privados del papa a los medios de comunicación y propicio la destitución del presidente del banco Vaticano, Ettore Gotti Tedeschi, quien descubrió cuentas de políticos, testaferros de la mafia, constructores y altos funcionarios del gobierno italiano, que buscan el silencio que garantiza el dinero puesto en el “banco de Dios”.
Las dos vertientes se entienden desde el punto de vista de quienes reclaman que el Concilio Vaticano II no se ha consolidado y por el contrario, propició “una lucha de poder entre diversas posiciones de la Iglesia”: los que buscan ocultar situaciones embrazosas como el inapropiado manejo de las finanzas, y los que promulgan por limpiar el dinero del Estado Vaticano; los que rechazan el aborto y los que reclaman ajustarse a la necesidad de los tiempos modernos; los que ocultan hechos cometidos por sacerdotes en todo el mundo, y los que prefieren quitar la fachada que promulga que el Vaticano es infalible y no se equivoca.
Estos son apenas unos cuantos problemas de la herencia que ha recibido Jorge Mario Bergoglio, elegido este 13 de marzo como el primer papa de origen Latinoamericano. Bergoglio quien escogió el nombre de Francisco para su papado, es recordado por ser opositor del matrimonio homosexual y la ley de identidad de género.
Francisco tendrá una tarea colosal: recuperar la confianza en el Obispado de Roma y “limpiar” los pecados del Vaticano, para lo cual precisará de la legitimación política y el despliegue de una poderosa estrategia de comunicaciones, que logre imponer la disciplina de la renovación y vencer la extendida resistencia al cambio, para poner la Iglesia en la tónica que exige el mundo moderno.